Comenzó agosto, y en Amaicha del Valle los ruegos a la Madre Tierra se volvieron planetarios. En el día de la Pachamama, en los Valles Calchaquíes, los pedidos alcanzaron la estridencia de un clamor unánime. Y emergieron del ánimo preocupado de la gente, que reveló no permanecer ajena a la convulsiva situación que se vive en el Cercano Oriente y a los dramas de contaminación ambiental que jaquean el clima en el mundo entero.
En los rituales de inicio del mes de la Pachamama, hubo espacio para la alegría, pero también para la solemnidad y la devoción. De ahí que comuneros y visitantes, con unción brindaron su tributo a la “madre tierra” y se pronunciaron para que haya “paz, comprensión entre los hombres y respeto a la naturaleza”. “Que la codicia desmedida no siga empujando al hombre a matar. Aprendamos a respetarnos, amar y ayudar a los demás” imploró Celia Segura, asesora espiritual de la comunidad originaria de Amaicha.
La anciana, acompañada por los amautas Beto y Daniel Andrade, fue la encargada de poner en marcha el ritual de ofrenda a la “madre tierra” ante la apacheta levantada en el patio de la ex hostería que, ahora, es sede administrativa de la organización indígena.
Daniel Posse, vocal de la Corte Suprema de Justicia, también desfiló ante el altar de piedra. Hugo Cabral, Defensor del Pueblo, acompañado de sus dos hijos, rogó para que en el hombre prevalezca “la sabiduría que le permita poder vivir en paz y en armonía con la naturaleza”.
Productores tabacaleros de Alberdi y numerosos turistas que llegaron desde distintos puntos del país y el exterior, se sumaron al tributo ancestral que se llevó a cabo al mediodía del viernes. Todos alimentaron a la pachamama brindándole distintos tipos de alimentos y bebidas.
Las celebraciones se habían iniciado al atardecer del miércoles en el salón de la ex hostería. En los rituales en honor a la “madre tierra”, Andrade fundó la milenaria celebración con la “sahumada”, la que, afirma la leyenda, “se lleva las malas energías”. Según los originarios, el humo que emerge de la quema de hierbas (ruda, romero y arcayuyo) con azúcar, contribuye a “purificar el espíritu”. Para las culturas andinas, agosto es el mes en el que comienza una renovación espiritual y física en las personas y también en la naturaleza. “La tierra, nuestra madre, despierta en este mes”, dicen los vallistos. Y de ahí el tributo que, en esencia, consiste en “darle de comer a la tierra a fin de que se nutra y brinde vida”.
En la celebración no podía faltar la Pachamama 2014. Felisa Valderrama, de 86 años, llegó a la ceremonia montada en su burrita. “No iba a venir pero por radio escuché que había mucha gente amiga y que esto estaba muy alegre. Y me largué nomás” dijo al tomar el micrófono. “Sean alegres, buena gente y van a vivir muchos años. Siempre respetemos a nuestra madre tierra” exhortó. Y se largó a entonar un par de coplas.
Después vino la tradicional ingesta de té de ruda que, según los originarios, “purifica el cuerpo”, y de la que no se privaron ni los lugareños ni los numerosos turistas que, emocionados con el ritual de la Pachamama, aplaudieron a rabiar a la Orquesta de Jóvenes “Chivo Valladares”, a la de Niños “Música Latinoamericana” y al Coro “Mate Cocido”, todos dirigidos por Rony López. Todas las actividades fueron registradas en la Radio Abierta que instaló en la Plaza Central radio Universidad.
El entierro de la Pachamama se realizará el 31 de agosto en Amaicha del Valle con una celebración que durará durante toda la jornada. En la ocasión, además del ritual tradicional, habrá una fiesta popular con la participación de músicos de la zona.